Si los ringtones de los teléfonos celulares reflejaran la personalidad de los dueños –como dirían los especialistas en el comportamiento humano- yo preferiría prójimo despersonalizado. Sin embargo, no está demás descubrir “el monstruo” que todos llevamos dentro, utilizando una herramienta tan pública como los sonidos que seleccionamos para que el teléfono nos avise la llamada de una u otra persona, un email, o un mensaje de texto. También se pueden usar melodías específicas para personas o grupos de la agenda de contactos. De esta manera tu celular suena diferente cuando llame alguno de ellos.
Las compañías ofrecen distintos sonidos para que los suscriptores seleccionen según su gusto. ¿Y si no les gusta ninguno? ¡Ja! Googlea con la palabra “ringtones”, que en 0.11 segundos tendrás un listado de 109,000,000 notas sobre el tema y miles de sitios para bajar gratis el sonido que quieras, ahora mayormente polifónicos.
Antes, cuando empezó la moda (ahora necesidad) de los teléfonos móviles (que no se mueven si no es con el dueño), se podían seleccionar ringtones monofónicos con facilidad y rapidez... y, sobre todo, sin ofrecer demasiadas claves.
En una oficina grande, donde todos los empleados reciben el mismo modelo corporativo, con las mismas claves y los mismos sonidos, es necesario “personalizar” los aparatitos para que cuando timbre uno, no se caiga en el chiste de que todos los empleados se rebusquen bolsillos y carteras pensado que la llamada es suya. Sin embargo, nada peor que la combinación de dos o más empleados graciositos para provocar un caos. Estuve presente la tarde en la que mas de 30 empleados recibimos unos aparatos que el día de hoy lucirían como los primeros walkie-talkie diseñados para guardabosques. Enormes, pesados y feos... pero en aquella época, ¡una novedad!
A mi vecino de escritorio se le ocurrió la genial idea de esperar a que todos los colegas seleccionaran cuidadosamente un ringtone; recopiló los números de todos y pacientemente les cambio las melodías con la ayuda de la página electrónica de la compañía que ya hoy no existe. En algunos casos, lo hizo con la santa mala intención que sólo desarrollan los capaces de grandes travesuras. Le puso tonos de música tropical a los más aburridos; música clásica a los alborotosos, y el tono de “Feliz Cumpleaños” al compañero casi centenario.
Para corroborar la travesura, hizo una llamada al del subalterno que tenía el timbre del supervisor. ¡Funcionó! El supervisor se buscó el bolsillo y frunció el ceño pensando que el subalterno se había burlado de él al violar el acuerdo verbal de “no dos ringtones iguales en una circunferencia de 6 escritorios”. El caos se formó cerca de la hora de la salida, cuando siempre entran las llamadas de los “parientes más cercanos” pidiendo “leche para el nene”, o preguntando “a qué hora llegas”.
Hoy, eso no puede volver a repetirse por varias razones. El autor intelectual y ejecutor de la travesura ahora es un editor que no puede dar mal ejemplo, aunque se muera de las ganas. Las compañías que ofrecen ringtones gratis exigen ciertas claves que te impiden hacerlo. Y la razón más importante: ya hay tantas y tantas opciones polifónicas que a menos que te emperres en poner la misma canción de Shakira porque te gusta su cadencioso contorneo y quisieras imitarla al primer timbrazo, no es necesario “personalizarlo a la des-semejanza” del de tu vecino.
Eso sí, cuando se trata de una canción bonita, que recién salta al Hit Parade”... no hay forma de pedirle al compañero que no la ponga. En esos casos que los dos agarren sus respectivos aparatitos, ahora chiquitos y discretos- y el que recibe, que conteste. ¡A Cualquiera le puede suceder!
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