Mientras redacto una entrega que –como siempre- “tiene prioridad urgente”, suena el teléfono. Tras un “save” al documento, contesto rapidito:
-“¿Aló?
-“Mire, la estamos llamando...”
-Ya. Mercy, del veterinario. ¿Mi esposo no ha llevado aún a Cleopatra?
-“No. Tranquila. Ha crecido muchísimo y se ve muy saludable para la edad que tiene”.
-“¿Entonces?”
-“Mire, la estamos llamando...”
-“¿Está preñada? Pero si la estuvimos protegiendo para que no la preñaran en en primer celo?
-“No es eso, mire lo que pasa... no es eso...”
-“¡Santo! ¿Vomitó? La separamos para que no comiera cuando le servimos a Duende José, a Whiskey y a los gatos de los vecinos. Seguí todas las instrucciones, como siempre. No me digas que pasó otra cosa porque yo no puedo ir a buscarla, tan bella, la pobrecita, que después de tenerla en ayunas, no se pueda esterilizar”.
-“De hecho, no la podemos esterilizar. Lo único que podemos hacer es castrarlo, porque no es hembra. Es macho. Pero como ya usted dió el depósito y firmó, es cosa de que nos diga que sí”.
El mundo se me cayó encima. Los pensamientos trotaban intempestuosos.
-“¿Señora?
-“Sí... perdona, no te escuchaba... cástralo. Lo mantienes post-op, y lo buscamos mañana temprano, como siempre”.
No recuerdo si me despedí, ni cómo. Mi nuevo “problema” era el cambio de nombre. ¡Rayos! Lo que me costó convencer a los nenes de que se debía llamar Cleopatra porque los ojos parecían “maquillados” como las Cleopatras de las películas que sólo se ven en Semana Santa. ¿Qué hacer? Pensé que resolvería haciendo una encuesta entre los y las amigos y amigas; los y las vecinos y vecinas; los y las hermanos y hermanas; los y las primos y primas; y los y las colegas... a ver qué opinaban.
¡Já! Un mail colectivo sería suficiente, y no me equivoqué. Recibí decenas de respuestas con las ideas más alocadas, las burlas más ofensivas y los chistes más graciosos que jamás hubiera imaginado. No los voy a repetir, pero todos los que se puedan imaginar, esos son. Al final del día, llamé a Mercy y le dije:
-“Mi corazón, borra el final del nombre y lo dejamos Cleo, que es mas corto y no tiene sexo porque igual que puede ser Cleopatra, puede ser Cleodomiro...”
Al otro día regresó a casa mi bello Cleo; castrado para no contribuir a la población de gatos abandonados. Todavía le tengo esa "en remojo" al guardia de seguridad que rescató de la calle a una supuesta "gatita"; y, al veterinario, que no me comentó, ni anotó el sexo cuando lo llevé a la primera cita. Espero no haberle causado problemas sicológicos a Cleo, pero por aquello de buscarme una excusa, tendré que decir, que A Cualquiera le puede suceder, cuando rescata un(a) gat@ y no le inspecciona el sexo.
(Foto por Cass, cuando creía que el macho era hembra)
2 comentarios:
yo acabo de adoptar a un minino, en realidad mi hermana me obligo a hacerlo y me han dicho que "probablemente sea macho",..mis amigos lo han visto y dicen que es hembra...y como realmente yo no tengo ni idea de como deben verse los organos sexuales de los gatos me senti perdida,..jeje pero igual que tu, le he puesto un nombre unisex, lo he llamado spooky.
creo que ire al veterinario para confirmar, pues tmpoco deseo contribuir a la sobrepoblacion de gatos,..no entiendo como la gente puede odiralos tanto ..son muy bellos, creo que si los gatos no fueran tan comunes serian bastante caros.
saludos!
Klaudiax! Estoy en proceso de recibir 2 más... (de los abandonados en la calle)por eso regresé a tí!!!
Te contaré cuando lleguen.
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