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sábado, 5 de septiembre de 2009

Rare, Medium Well, Well y Extra Mega Súper Well Done

En un restaurante, los palillitos deben ser puestos en lugar de honor. Uno solo puede ser lo suficientemente poderoso como para evitar exabruptos, pataletas y malacrianzas ante un jugoso pedazo de carne sangrante.

En los restaurantes más finos, usan banderitas de colores que cumplen la misma función: garantizar que quien pida un corte rare, no lo reciba well done, ni viceversa. Cuando hay hambre, hay hambre. Y eso de estar viendo cómo tu pedazo de carne viene y va, va y viene de la mesa a la cocina y de la cocina a la mesa, mientras el resto de la humanidad se succiona sus rare o médium well es un acto de genuino maltrato.

Mi Mejor Amiga tiene la costumbre de pedir la carne “Extra Well Done”. Es su gusto. Es su derecho. Y paga por eso.

Cansada de que los meseros no entiendan el concepto ni se lo puedan explicar a los cocineros -que al fin de cuentas son los responsables de velar que la carne “selle” a fuego alto y de vigilar el reloj- cambiamos de estrategia. “Déle un corte mariposa”, la escuché decirle a un mesero una tarde. Fue como hablarle en poesía al pobre hombre que más hambriento que ella, paseaba manjares ajenos de mesa en mesa. Por supuesto, no funcionó. El mismo pedazo de carne regresó a la mesa con el centro rosado.

Decidí tomar la iniciativa de “definir el corte del deseo” con tres adjetivos prefijados en el idioma “internacional” de los chefs que estudian en Francia. Con un poco de drama, le pedí que se acercara y le dije con dulzura, en tono de película porno: “es que le gusta Extra Mega Súper Well Done”. Pausa. "¡Quémasela!"

Mi Mejor Amiga plantó el codo derecho en la mesa para detener la quijada, no se le fuera a caer; le dio una vuelta a los ojos que casi se le desprenden de la cuenca, y prensó los labios para controlar un ataque de risa-furia. Mientras la veía con el rabo del ojo, le di las gracias al hombre que con cara de jugador de póker, seguro que nos maldecía porque no estudió en Francia.

Enfurecer a un mesero es lo peor que se puede hacer. ¡Son tantas las cosas que pueden pasar en la privacidad de la cocina! Sin embargo, ésto, a Cualquiera le sucede. Así que para asegurarnos que no fallan cocinero ni mesero... le sugerí a Mi Mejor Amiga que no volviéramos a ese restaurante, a menos que ella pida una ensalada. Y si regresamos... que no especifique que quiere los vegetales Extra Mega Súper Bien Frescos y Extra Mega Súper Bien Lavados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tampoco entiendo eso de que no pueden servir las cosas como uno las pide... ¿para qué estamos pagando entonces?

Cassiopeia dijo...

Cierto. Si no lo pueden hacer como se pide... (para lo cual se paga)... boicot!

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