“Todo es según el color del cristal con que se mira”, dice la canción. Pero no hay que ser cantante para reconocer que hay personas que son felices a la menor provocación, y otras que hacen lo indecible para ser infelices.
Eso me recuerda a “Ziggy”, un personaje de líneas sencillas a quien por alguna razón, las cosas casi siempre le iban mal.
Uno de los cuadros que más me impactó -y que guardo muy claro entre mis neuronas, pero no entre mis papeles- es la de un Ziggy perseguido por una nube negra con un trueno que le apuntaba a la cabeza. No importaba a donde fuera, la nube negra del desastre lo perseguía.
Hay muchos Ziggys a quienes les apesta la vida ATH (a toda hora). No se puede hacer mucho por ellos, porque ese es su placer. Intentar “perfumar” la existencia de esos seres puede ser el equivalente a que nos apesten la nuestra.
El problema está en que te lleven la nube negra hasta tu frontera e insistan en que sus vientos huracanados, aguaceros, truenos y centellas afecten negativamente tu existencia. Y digo “negativamente” porque los aguaceros nos permiten jugar en los charcos... y eso es divertidísimo.
No hace demasiado tiempo se registró la marca de camisetas y gorras “Life is Good”. Comenté que lo malo de la marca era no haberla diseñado yo primero para ganarme el billetal que de seguro se metía en el boldillo quien se lo inventó. “La vida es buena”, dicen las T-shits. Y sabrosa, apetecible. Claro que decirle al mundo que la vida es buena y que eres feliz, en un mundo donde todo parece andar al revés, debía ser motivo de envidia...
Así que para llevar la contraria, y hacerse un dinerito con las desgracias de los infelices, a alguien se le ocurrió hacer justo lo contrario. Quizás fueron ellos mismos... De todas formas, parece que le va muy bien con la venta de camisetas y gorras que dicen “Life is crap”.
Yo, no pienso comprarle ninguna. A Cualquiera le puede suceder que una nube negra lo alcance de vez en cuando. Pero, ¿qué lo persiga? Naaaaa... para evitar una empapada con la lluvia, existen los paraguas..., para los vientos huracanados, nada como un novio gordo; para los truenos, tapones de oídos; y, para los rayos y centellas, un edificio con pararrayos como refugio.
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